Luchas por tus ideales, amas a tu familia, a tus pares, la justicia y el amor, sigues adelante con tus sueños por sobre todos las contrariedades que puedan venir a enfrentarte cada vez que avanzas; sin embargo F.U.E.R.Z.A.S. más terrenales de lo que deberían, te acechan sin que te des cuenta. Cuando las ves, hasta intentas razonar con ellas, pero ya vienen, se acercan, planean de manera macabra sin detenerse un solo segundo a pensar en las consecuencias terribles a nivel humano que podrían llegar a provocar. Y justo ahí es cuando estiran sus brazos para abrazar la silueta cada vez más clara de la maldad y te obligan a alabar el modo en que le rinden pleitesía a sus propios egos y objetivos desviados, ya sea por ignorancia o por esas escalofriantes ansias de poder que logras detectar cada vez que ves sus ardientes ojos o más bien cuando arrojan sin piedad sus triunfos frustrados en tu cada vez más desesperanzada mirada; o sus más grandes miedos y envidias contra quienes sí intentan lograr por los medios más nobles el bien común de un país o simplemente de su amada familia.
Están sobre tu espalda ya cansada de tanto recibir el peso de cada azote con más de medio siglo de historia, recordándote cada vez a las casi 4 mil personas que han estado en la misma situación que tú; que también han tenido ambas manos encadenadas a un árbol por años por el sólo hecho de intentar salvar tu alma de este martirio que parece una condena eterna sin haber un pecado por el cual pagar.
Una vez en el suelo, derrotado por la fuerza incontenible de los golpes, levantas la mirada y te das cuenta que están más cerca de lo que pensabas, la figura de la maldad ya no está sólo en la sinuosa figura de la temida serpiente, sino también se disfraza de tus amados cercanos, destrozando lentamente tu alma ya debilitada y moribunda. Sientes la presión de las mentiras descubiertas, el desengaño viene a ti como la verdad más devastadora. Levantas el manto blanco invierno que cubría tus ojos, recuerdas cuando todo era un sueño del que querías despertar para ver cómo era la realidad, se acabaron los doce juegos y empezó la eterna condena…ahora sólo quieres volver a dormir y soñar. Pero sigues adelante, conoces gente nueva, la primera impresión es determinante, pero sigues ilusionándote, la esperanza aún no te abandona, pero el tiempo se encarga de darte la razón nuevamente, a medida que más conoces a quienes te rodean, crece inevitablemente la desilusión. Comienza todo de nuevo, ya no confías ni en tu almohada. Y comienzas a cuestionarte, si no le diera tanta vuelta a TODO, si no cuestionara TODO, si no me preguntara el por qué de TODO, sería todo más fácil. Los que no lo hacen eternamente condenan tu conducta racionalmente insaciable calificándola de inconformista, no les das la razón, pero los miras y parecen felices. Pero no puedes evitarlo, ahora sólo queda seguir el camino que comenzaste cuando elegiste abrir los ojos, y romper la cadena. No es posible que a más inteligencia, más infelicidad. Debes dejar de ser cobarde y ser capaz de dar el paso, ese que te aleja de todo lo que está a la altura de tus pies. Sube sin subir. ¿Entiendes?